Por Jorge
Kaczewer*
Trabajo incluido como introducción al capítulo de Informes Médicos del libro “Pueblos Fumigados”, informe sobre la problemática del uso de plaguicidas en las principales provincias sojeras de la Argentina, fruto de la campaña Paren de Fumigar del GRR.
* Jorge Kaczewer es médico (UBA) miembro del GRR
(Grupo de Reflexión Rural), investigador y divulgador científico de temas
ecológicos y toxicológicos.
En ecotoxicología médica, tras varias décadas de
observar la realidad, seguimos constatando con enorme frustración el mismo
fenómeno recurrente. Los vínculos entre exposición y enfermedad ocupacional o
medioambiental, aún con toxinas nuevas y poco conocidas, usualmente son
identificados con exactitud y velocidad sorprendentes. Estas conexiones
causales, sin embargo, no logran impulsar actitudes preventivas y de reparación
con agilidad suficiente. Más bien, las soluciones terminan llegando demasiado
tarde.
Una y otra vez nos sorprendemos al enterarnos que
aquello que considerábamos un nuevo hallazgo en realidad ya había sido
reportado por otros, a menudo diez, veinte o treinta años atrás. Aprendimos
mediante prueba y error que estas historias distantes pueden estar documentadas
en algún lugar pero resultan muy difíciles de hallar. Este tipo de información
es frecuentemente omitida en los libros de texto. Incluso los artículos de
revisión especializados en las revistas científicas raramente siguen las
antiguas huellas de la evidencia para rastrear cómo, cuándo y por qué una
enfermedad consecuente con la actividad humana surgió en un principio y qué
intentos, si acaso existieron, se realizaron para controlar la enfermedad en su
primer brote.
Y con cada nueva historia que pone nuevos rostros al
dolor de las víctimas, nos preguntamos: ¿Por qué esto sigue siendo así?