lunes, 30 de marzo de 2015

MEDICINA VETERINARIA Y TERAPIA NEURAL


MEDICINA VETERINARIA Y TERAPIA NEURAL


 Por Jorge Kaczewer*


Prólogo para el libro “Bases para la Terapia Neural en Caninos y Felinos” 
del Dr. Roberto. A. Castro, publicado por Editorial Dunken en 2011,   
en Buenos Aires, Argentina

   Llevaba horas buscando infructuosamente por las farmacias y ortopedias de la ciudad de General Madariaga agujas de punción lumbar para hacer unos troncales en Pinamar al día siguiente, cuando me llamó la atención la marquesina de una vieja casona. Un veterinario que se publicita como “Médico de Animales”, pensé, seguramente me dará una mano. Pero me equivoqué. Porque las agujas que el Dr. Roberto Castro me regaló esa noche a fines del 2003 fueron la excusa para mucho más. Para conocernos, para entablar una entrañable amistad y hoy seguir disfrutando de acompañarnos en el viaje de vida que es la Terapia Neural.

   Roberto es un ser humano cálido, sensible y sumamente inteligente que vive con su esposa María del Carmen, sus tres hijos varones y varios perros y gatos rescatados del abandono en las afueras de una ciudad de tradición rural gaucha agonizante desde que el monocultivo de soja y maíz transgénicos destruyese la pequeña y mediana agricultura argentina. Mary ya me conocía por haber asistido meses antes a una conferencia sobre los peligros de los alimentos transgénicos que di en Mar del Plata. Allí estaba ella como representante de la ONG que fundaron con Roberto, Asociación San Francisco de Asís,  y que expresa dos décadas de compromiso de esta pareja con el tema medioambiental (www.ambientemadariaga.com.ar).

   Siendo yo también un apasionado buscador de mejores interrogantes respecto de nuestra concepción de la vida, el proceso salud / enfermedad y la ecología, nuestras afinidades forjaron una inevitable hermandad. Porque Roberto no sólo fue parte del primer curso de TN que dictamos en 2004 en la Universidad Maimónides. También fue de ese grupo el único participante motivado por el trabajo de investigación conjunto sobre cristales líquidos que propuse como final de curso. Compartimos durante los siguientes tres años largas tardes de domingo estudiando además del ciber diálogo semanal intercalado entre pacientes para co-crear “Organismo Cristalino-Líquido y Terapia Neural: Hacia una Termodinámica de la Complejidad Organizada”, un ensayo de divulgación científica que expuse en nombre de ambos en Bogotá, Colombia, en septiembre de 2007, en el Primer Encuentro Colombiano de Terapia Neural, Odontología Neurofocal y Pensamiento Complejo y cuyo contenido es parte fundamental de este libro. Mientras tanto y hasta el presente Roberto viajó a Buenos Aires para compartir su enseñanza / aprendizaje en todos los siguientes cursos que dictamos desde 2005 en el Instituto Argentino de Terapia Neural y Medicina Integral (www.neuralterapia.net).


   Como neuralterapeutas de animales o personas, enfrentamos los mismos dilemas. Intentamos curar en el contexto de un complejo médico tecnológico-industrial todavía “adicto” a una visión mecanicista de la vida y la enfermedad. Sobrevivimos al bombardeo de seductoras ofertas con las que los laboratorios farmacológicos nos premiarían si hubiésemos vendido sus productos en nuestros “mostradores”. Los padecimientos de nuestros pacientes confirman la falsedad con que la ciencia médica prometió en la década del 60’ erradicar la mayoría de enfermedades hacia finales del milenio. Medio siglo después, de la ilusión de una vida “científicamente” realzada, libre de enfermedades cardiovasculares, cáncer, artritis, diabetes y accidentes cerebrovasculares, solo queda el recuerdo del eslogan de la campaña, “Salud para Todos en el año 2000”. Y a pesar de que los medios masivos de comunicación continúan festejando los avances en medicina molecular, genética y nanotecnológica, ninguna de estas graves enfermedades ha sido “conquistada” durante los últimos treinta años. Es más, hoy estamos sumidos en una nueva epidemia conformada por docenas de padecimientos anteriormente muy infrecuentes o inexistentes que eluden la capacidad curativa de la medicina tecnológica. Entre estos, los dos más obvios son la obesidad y la enfermedad autoinmune. La prevalencia de muchos de los diagnósticos incluidos en la autoinmunidad es mucho mayor que la de una generación atrás, por varios órdenes de magnitud en algunos casos.

   Una enfermedad autoinmune surge a partir de una confusión de lo “propio” con lo “otro”. En la esclerosis múltiple, por ejemplo, el sistema inmunitario monta un ataque contra las vainas de mielina tal como si estas fuesen tejido foráneo. A un nivel colectivo, encarnamos una confusión análoga cada vez que tratamos a la naturaleza como a un oponente. Nuestras tecnologías, tanto las materiales como las sociales o las personales, son usualmente las tecnologías del control. En nuestras ortodoxias médica y veterinaria esto es la norma: antibióticos de ultimísima generación para controlar a bacterias multi-resistentes, estatinas para mantener a raya el colesterol y altas dosis de corticoides para hacer algo cuando es imposible controlar nada. Absurdamente, la tendencia persiste en muchos colegas que se pasaron de “bando” y sostienen un discurso holístico / alternativo pero siguen obstinados en luchar contra el proceso de envejecimiento con un arsenal de fitoestrógenos, suplementos naturales y megadosis de oligoelementos y vitaminas.

   Sabemos que el exceso de yang conduce al surgimiento del yin. Habiendo conquistado el ambiente externo, nuevas plagas asolan al interno, y su origen radica en gran parte en las mismas tecnologías que usamos para “vencer” a la naturaleza. Mientras la ortodoxia alopática continúa asociando la limpieza, la esterilidad y el aislamiento del mundo de los “gérmenes” con la salud, y celebrando que la guerra contra la patología infecciosa fue ganada mediante la sanidad, las vacunas y los antibióticos, ahora enfrentamos un alarmante aumento de la resistencia a antibióticos en cada vez más bacterias. Y a la enorme incidencia actual de enfermedades autoinmunes tales como enfermedad de Crohn, espondilitis anquilosante, lupus, artritis reumatoide, enfermedad celíaca, enfermedad de Addison, diabetes tipo 1, enfermedad de Graves, endometriosis, algunas hepatitis, esclerosis múltiple, etc., contribuyen el exceso de pesticidas, herbicidas, metales pesados, aditivos alimentarios, química de limpieza y cosmética hogareñas y la polución industrial –siendo todos estos nuevamente, agentes o subproductos de nuestra aparentemente exitosa victoria sobre la naturaleza.

   Obviamente, la medicina convencional sigue sin reconocer como causas a la mayoría de piezas del “rompecabezas” autoinmune: disrrupción de la ecología corporal, desequilibrio inmunitario Th-1 / Th-2, mercurio y aluminio, dioxinas y PCBs, infección por micoplasma, candidiasis, pesticidas, deficiencia de glutatión, daños por exceso de radicales libres, estrés crónico, sacarosa y grasas trans, excesivo consumo dietario de aceites poliinsaturados, excitotoxinas como el glutamato monosódico y el aspartamo, disrruptores endocrinos, etc. En síntesis, las causas de la patología crónico-degenerativa de nuestros pacientes yacen en las dietas industrializadas, la agricultura industrializada, la medicina industrializada y los estilos de vida industrializados. Irónicamente, para paliar temporalmente la sintomatología autoinmune luego de infructuosos y carísimos tratamientos, la oferta final de la medicina alopática es la supresión del sistema inmunitario mediante dosis masivas de corticoides. O sea, el intento de enfrentar las consecuencias del control excesivo a través del ejercicio de un control todavía mayor. No debería sorprendernos que una intensificación de los métodos y concepciones subyacentes a estas nuevas epidemias terminen trayendo aún más de lo mismo.

   Esta relación de adversarios de la humanidad con la naturaleza también se evidencia interiormente como la Guerra contra el Ser. La auto-inmunidad es sólo un aspecto de esta guerra esencialmente psicológica. Es que los correlatos psíquicos de la auto-inmunidad somática son el auto-aborrecimiento, la autocensura y el auto-rechazo. Y ciertamente nuestras mascotas también sufren el impacto de esta plaga humana, en virtud de su sensibilidad casi telepática. 

   Mientras que la medicina alopática es casi impotente frente a las enfermedades autoinmunes como asimismo ante el amplísimo espectro de patología crónico-degenerativa, practicantes alternativos han obtenido un éxito dramático en frenarlas y revertirlas. Ninguno de ellos utiliza el enfoque alopático de forzar al cuerpo a cesar de hacer algo, como si el cuerpo estuviese actuando erróneamente. En lugar de ello, de un modo u otro, ellos buscan reconectar al paciente con algunas de las partes perdidas de su verdadera esencia conectada. Esto es medicina realmente holística, arte de curar. La sanación viene a través de la reconexión. Esta puede consistir en la restauración de la ecología corporal dañada a través de suplementos probióticos y alimentos fermentados vivos. Puede ser la reconexión con la naturaleza mediante plantas medicinales o alimentos integrales orgánicos que nos vuelven a relacionar con las otras formas de vida que se necesitan para restablecer la integridad. Y, claramente, no sólo es la reconexión que la Terapia Neural provoca con partes aisladas de nuestro propio ser ayudando con impulsos procaínicos a que el organismo “tramite” sus viejas irritaciones, los clásicos “campos interferentes” cuya existencia ni siquiera es reconocida por la ciencia de la separación. También es la Terapia Neural transformando nuestras relaciones con otra gente, otras especies y la naturaleza, porque nosotros “SOMOS” otra gente, otras especies y naturaleza.

   Sandra Payan describe bellamente esta transformación en su trabajo La Terapia Neural: Cómplice y Gestora de Encuentros para la Vida: “... no me refiero a la Terapia Neural como si estuviera por fuera de mí, así como no están por fuera de mí los otros, el Universo ni la vida misma. Todo está en mí, no solamente por interacción o interdependencia, si no esencialmente porque en este mundo de complejidad vital, todos “intersomos”, es decir, que no sólo nuestro hacer afecta el entorno, y al revés, sino que nuestro ser, pertenece al ser de los demás; somos para, con y en los demás, y al revés. La relación entre todos y de todos con el Universo se da en el “interser”, por eso es que al encontrarnos con nosotros mismos, ocurre el milagro del encuentro con los otros y con el Universo”. Cotidianamente en mi “asombródromo” (así llamo a mi consultorio), soy testigo de las formas asombrosas en que los pacientes reconectan con el Todo, “interson” un poquito más o a pasos agigantados. Hoy veo a la Terapia Neural como una verdadera “medicina de la reconexión”.

   Pero todo neuralterapeuta inevitablemente también enfrenta un dilema filosófico y epistemológico. En un mundo manejado por una ciencia de “partólogos” (especialistas en la parte), hacer Terapia Neural, ya sea con seres humanos o animales, nos incita a actuar como “todólogos”, y nos compromete con la tarea de denunciar la obsolescencia del paradigma mecanicista que surgió a comienzos del siglo 19, impulsado por la revolución industrial. Un paradigma todavía dominante que ve al mundo como una máquina que puede ser desarmada, analizada, controlada y reabastecida para servir a cada deseo y capricho de un complejo científico-tecnológico-industrial deseoso de convertir nuestra biosfera en una “industriósfera”. Algo que, en plena crisis planetaria en relación con el calentamiento global, demuestra el absurdo de seguir creyendo que nuestra vida, es decir, la de humanos, animales y demás organismos vivientes, depende justamente de la ciencia que generó los mismos problemas que pretende solucionar. De una “mala” ciencia que, sin embargo, maneja nuestra economía, nuestras industrias y está detrás de nuestras instituciones políticas, sociales y educativas.

   Lógicamente, el incesante avance tecnológico nos incita a creer que cumplimos con la predicción de Descartes de que la ciencia algún día nos convertiría en los amos y señores de la naturaleza. Pero hoy en día, el espejismo de un futuro otrora tan bien caricaturizado en los dibujos animados televisivos de “Los Supersónicos”, en el cual el destino humano es trascender la naturaleza y vivir en un medioambiente totalmente artificial, comienza a desvanecerse frente a la constatación científica de la interdependencia de toda la vida, la humana incluida. Nuevas visiones de la vida y de la salud de organismos y ecosistemas están emergiendo en todo el planeta, impulsadas por el inagotable y heroico trabajo de los actores de una “buena” ciencia.

   Al respecto, dice Erwin Laszlo, filósofo y teórico de la ciencia cuyo trabajo se ha centrado en la teoría de los sistemas y en estudios sobre el futuro, en su libro La Hipótesis de la Conectividad: Fundamentos de una Ciencia Integral de lo Cuántico, el Cosmos, la Vida y la Conciencia (2003), “En la primera década del siglo XXI las principales ramas de las ciencias empíricas enfrentan un cambio de paradigma tan profundo como el que ocurrió a comienzos del siglo XX, cuando la física clásica abrió camino a la relatividad y subsecuentemente a la física cuántica. Este viraje paradigmático viene siendo catapultado por numerosos hallazgos observacionales y experimentales que no son explicables por las teorías y concepciones vigentes, o lo son únicamente merced a la introducción de presunciones arbitrarias e hipótesis auxiliares. Frente a la nueva evidencia, seguir manteniendo el paradigma dominante amenaza la coherencia de la visión científica del mundo –justamente lo contrario de los fenómenos que ahora los científicos están obligados a explicar. Porque los hallazgos pertinentes hablan de formas y niveles de coherencia en la naturaleza hasta ahora insospechadas. Este tipo de coherencia significa un estado cuasi instantáneamente sincronizado, con conexiones no convencionales entre las partes que conforman un sistema, y entre los sistemas y su medioambiente. Semejantes conexiones parecen establecerse a través de la totalidad de distancias y tiempos finitos, y sugieren que la “no-localidad” descubierta en el dominio microscópico de lo cuántico podría extenderse hacia los dominios macroscópicos de la vida, la mente y el cosmos”.

    Al referirse a estas anomalías paradigmáticas, Laszlo parece describir las “milagrosas” curaciones que desde hace ochenta años la Terapia Neural viene brindando a millones de pacientes, a seres humanos y animales por igual. Durante los años en que fuimos vecinos, los amos de los pacientes casi moribundos que Roberto “resucitaba” en su veterinaria terminaban visitando mi consultorio tras hacerle la pregunta de rigor: Doctor, ¿no existe esto mismo para seres humanos?. Y viceversa. Muchas veces los médicos alopáticos de mis pacientes denostaron sus increíbles curaciones calificándolas como efecto placebo. Pero tuvieron que retractarse tras  ver que esta desconocida medicina también surtía un inesperado efecto en animales. Sin embargo, la Terapia Neural veterinaria es mucho más que la mera demostración de que sus resultados en humanos no son placebo. Es la forma en que acompañamos a nuestros animales desde una postura más humilde, menos antropocéntrica. Es, por ende, reconocer activamente que lo que los humanos le hacemos a la Naturaleza nos lo hacemos también a nosotros mismos.

   Me alegra y honra muchísimo ser parte de este trabajo de Roberto. Porque su revolucionario contenido esboza una abarcativa guía para empezar a recorrer la nueva ciencia del organismo vinculada a la Terapia Neural. Y no sólo para médicos de animales y de personas. Para tod@s aquell@s colegas de todas las ciencias de la vida que se sientan hace tanto tiempo desconectad@s en el mundo de la Máquina, este libro es una oportunidad de volver a enamorarse de la vida y la medicina.

2 comentarios:

  1. Hoy tuve la oportunidad de conocer a Roberto en Gral. Madariaga y detras de un aparente desorden animal encontre un tipazo conciente de los problemas generados por nosotros mismos y luchando contra los molinos de viento solo con su alma;tambien ayudando desinteresadamente a cuanto perro y gato castigado le arrimen; gracias en nombre de Mora y flia. Patricio watkins y sra.

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  2. Hola soy Florencia,buscando una respuesta desesperada por mi cachorro Fido encontre un video de terapia neuronal que realizan ustedes. El logro eliminar los mocos ya no tiene tos ni mocos. Solo quedo con mioclonos y al parecer cada día su patita delantera cada día pierde mas movilidad. Quisiera saber si se podria hacer algo por el por favor necesito ayuda 😢

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